Érase una vez un mundo mágico poblado de criaturas enigmáticas. En las profundidades de un antiguo bosque, residía un elfo que vivía en soledad, apartado del resto en una casa deteriorada por el paso del tiempo, rodeada de un sendero marchito y desprovisto de vegetación. Se decía que este elfo sufría de una grave enfermedad que afectaba a las criaturas en su adultez, cuando la magia comenzaba a desvanecerse en ellos, llevándolos a un mundo sombrío y tenebroso.
Todos los elementales le temían, pues la oscuridad que lo había consumido le otorgaba la capacidad de acabar con cualquiera que se cruzara en su camino con un solo golpe. Sin embargo, había una única cura para su mal: el beso del amor verdadero. Se contaba que solo una elfa, proveniente de la montaña, podría salvar a este elfo solitario en su hogar destruido, en lo más recóndito del bosque.
Se decía que esa elfa tardaría seis largos años en llegar al bosque de los elementales del sur, mientras el elfo se desvanecía lentamente a causa de aquella extraña enfermedad. A pesar de todo, la esperanza residía en la creencia de que, cuando estos dos seres finalmente se encontraran, el mundo se llenaría de colores y el amor florecería. La unión de estos dos seres se convertiría en la fuerza más poderosa del bosque, capaz de transformar la oscuridad en luz.
Cuando la elfa finalmente llegó, se encontró con que el elfo estaba en los últimos momentos de su vida. Desesperada, le dio un beso de amor verdadero, con lágrimas en los ojos, implorando a los dioses que no se llevaran a su amado. Pero él no reaccionó. Parecía haber sucumbido a la soledad de la oscuridad; su cuerpo no respiraba, aunque sus extremidades se movían extrañamente, como si luchara por despertar. La elfa permaneció a su lado en la destartalada cabaña, decidida a cuidarlo, dispuesta a quedarse sola por el resto de sus días si era necesario.
Después de seis días, el elfo despertó, lleno de magia y amor. Ya no se veía pálido, pero algo en él había cambiado. Había que ver si el elfo que había caído en la oscuridad podría volver a ser el mismo ser luminoso y lleno de amor que había sido en su juventud. Sin embargo, los elementales del bosque advertían que, una vez que la oscuridad te atrapa, nunca puedes regresar a ser como antes.

El elfo, cuyos cabellos rojizos ahora eran grises y su rostro surcado de arrugas, mostraba la oscuridad en su mirada. Solo sonreía cuando estaba junto a su amada, pero incluso entonces, la sombra lo dominaba. Comenzaba a gritar enfurecido, golpeando las paredes de la cabaña, mientras ella lo miraba con ternura, esperando que el elfo que conoció en su juventud regresara. Con amor, lo abrazaba por la espalda, calmándolo con besos que ni la más densa oscuridad podía resistir.
Con el tiempo, ella logró que él transformara su oscuridad en luz, aunque fuera por momentos, y lo convenció de salir de la casa para embarcarse en un emocionante viaje junto a seres llenos de luz y amor. Para completar este viaje, se imaginarían que el elfo debía subirse a una nave espacial, pero en realidad, esos extraterrestres llegaron a través de un agujero negro, viajando por dimensiones extrañas hasta encontrar al ser que pedía a gritos ser salvado de la oscuridad en la que estaba atrapado. Él tendría que seguir a estos seres que lo invitaban a un extravagante viaje de sanación, donde se sumergiría en experimentos que ellos le realizarían para sanar toda dolencia de oscuridad en la que estaba atrapado, en una agonía de la que solo dependía él salir.
Tendría que atravesar distintos portales donde los extraterrestres le realizarían un tratamiento para eliminar la oscuridad que se había enraizado en su interior. Este tratamiento consistía en liberar al niño herido que habitaba en su ser, sanarlo y guiarlo hacia la calma y la paz mental. Se dice que los extraterrestres llevaron a cabo extraños experimentos con él, y que cuando finalmente llegó a los brazos de su amada, después de un largo viaje que para ella fueron solo quince días, para él habían sido veinte años de travesía hacia su pasado, donde tenía que abrazar a cada uno de sus fractales para alcanzar la iluminación, no antes de que los extraterrestres le borraran la memoria de los momentos en que estaba sumido en una profunda oscuridad, donde su corazón no latía y había causado la muerte de varios elfos de su comarca. Todos esos recuerdos fueron arrancados de su consciente y llevados a una parte de su mente, a su inconsciente, para que nunca más los recordara ni lastimara a nadie.
Al finalizar los experimentos, su amada lo esperaba con los brazos abiertos, deseosa de ver a su amado como era antes de la enfermedad, inmerso en luz y amor. Cuando llegó al bosque del norte, ya no era el elfo temido. Todos lo recibieron con gran alegría, y allí pudo olvidar su pasado para comenzar de nuevo, resurgiendo como el elfo lleno de juventud y felicidad que alguna vez fue. Los elementales del bosque del norte cuentan que los extraterrestres borraron de su memoria aquellos momentos de oscuridad y soledad, y que nunca volvió a recordar ese terrible pasado. Sin embargo, esos recuerdos quedaron latentes en algún rincón de su inconsciente, esperando el momento de ser evocados.
Pero su amada nunca permitió que eso ocurriera. Su mente nunca exploró ese laberinto oscuro que lo acechaba día tras día. Los elementales del bosque relatan que envejecieron juntos, siempre sumidos en un mar de felicidad. Se dice que se casaron ya de adultos, y que compartieron cada instante de su vida juntos, enfrentando y superando cualquier oscuridad con la luz del amor verdadero.
Sin embargo, ella enfermó gravemente de una enfermedad que afecta a los elfos cuando tocan el hierro. Los médicos no pudieron hacer nada para salvarla y su cuerpo dejó de funcionar, causando que su alma sufriera la mayor de las agonías y decidiera abandonar esta vida, dejando atrás a su amado esposo, quien se quedaría solo nuevamente.
Los elementales del bosque cuentan que él se adentró solo en el interior del bosque, quedándose sumido en la oscuridad que había enterrado en lo profundo de su inconsciente. Los fantasmas de su pasado lo atormentaban día tras día, hasta que un día sucumbió a ellos, y la oscuridad se apoderó de su ser. Su luz dejó de brillar, sus ojos se tornaron negros y su mirada se apagó. Se dice que volvió a matar y que los elementales comenzaron a temerle de nuevo. Se comenta que le quedan pocos días de vida, porque esta vez no podrá ser salvado por su amada, que ya está muerta, y solo él podrá salir del pozo oscuro al que ha caído nuevamente.
Se dice que él es el encargado de restaurar el equilibrio del bosque, ya que se sumió en una oscuridad que descontroló todo a su alrededor. El elfo finalmente decidió regresar con los extraterrestres, quienes esta vez no le abrieron el portal para reencontrarse con ellos, afirmando que su alma ya se había perdido en la oscuridad y que su vida no podría cambiar esta vez mediante experimentos de larga duración. Solo podría salvar su alma, que todos habían decidido que no se podía recuperar.
Pero él no perdió la esperanza de poder recuperar su luz y no fallarle a su esposa. Deseaba recuperar, por fin, su alma, que había perdido tras la partida de su amada. Se dice que el elfo debía pasar muchas pruebas para poder salir de la oscuridad en la que su alma estaba atrapada. Para ello, se retiró a un lugar muy remoto del bosque y se fue en soledad. Caminó y caminó hasta llegar a una fuente donde saciar su sed, hasta dar con una cabaña en la que, rara vez, se encontraría con una bruja, quien le haría entender que la oscuridad que llevaba dentro no era tan mala como todos pensaban, solo que debía aprender a controlarla. Ella le enseñaría a manejar su oscuridad para potenciar su luz y hacer que la vida volviera a brillar de nuevo.
Él estaba dispuesto a hacer todo lo posible para devolverle el equilibrio al bosque. Todos los elementales estaban maravillados por el cambio del elfo, y se acercaron a su encuentro, a pesar de que muchos habían perdido la fe en él.
